jueves, 4 de marzo de 2010

Y me convertiré en nada.

Son exactamente las 23.54 del 04 de marzo. Y yo ya no soy yo.
Mañana tengo un examen muy importante, en el que no me lo juego todo pero casi. Y no tengo ni idea de absolutamente nada. Así que me pasaré toda la noche estudiando, y mañana no iré a clase para continuar.
Absurdo ¿no?, cuanto he tenido tiempo suficiente hoy, ayer, y el resto de la semana para saberlo todo cual loro de colores.
Pues así con todo.
Tengo esa extraña manía de dejarlo todo para el último minuto. Y aún sabiendo que no lo voy a conseguir, no soy capaz. Me faltan las ganas y el coraje para realizar cada cosa a su debido tiempo.
Soy una de esas personas que pasa de todo, pero que todo le importa y le influye. No es capaz ni de implicarse ni de crear una especie de coraza "salvavidas". Débil y estúpida. Así soy, así con todo.
Ahora hablo de libro y de lecciones que, al fin y al cabo dentro de tres meses ya no recordaré, por más que intente. Y no las recordaré porque la mayor parte de todo eso no me importa.
Pero, ¿que pasa con todo aquello que no son letras ni libros? Eso sí que voy a recordarlo. Cada momento que vivimos, cada imagen que vemos, cada pensamiento, cada sentimiento.. quedará con nosotros para siempre. Puede que cogiendo polvo en un rincón de nuestra pequeña cabeza pensante, pero al fin y al cabo estará, es imposible evitarlo.
¿Y qué hago yo? Nada. Dejar que todo pase por delante de mis narices, sin hacer absolutamente nada. Veo que se me escapa de las manos, es imposible alcanzarlo, así que continúo sentada. Cero nivel de esfuerzo por intentar llegar a ello, sea lo que sea. No es nada reconfortante, no me siento bien así, pero soy incapaz de cambiar este defecto. Tengo muchos, pues este yo diría que es el peor.
Será que soy incapaz de ver la importancia que tienen todas estas cosas que yo dejo marchar. Será que no confío lo suficiente en mí misma, y directamente evito el intentarlo porque estoy demasiado segura de que voy a fallar.
O será simplemente que todo me importa una mierda, que hace casi un año mi cabeza cambió y me dijo 'hasta aquí, a partir de este momento, todo lo que hagas será insignificante'.
No lo sé, pero sea lo que sea está acabando conmigo. Y está consiguiendo que de un momento a otro sea yo la que diga '¡Basta!', y todo se vaya a la basura, junto con mi conciencia y mi interés por el mundo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Cambios

El otro día me quejaba de que mi vida es demasiado monótona.
Quería cambios y los he tenido.
¿Por qué hacer como si no ocurriese absolutamente nada? Deshacer la tensión del momento parece fácil, y de hecho en ocasiones lo es, pero no sirve, no vale, porque uno sabe lo que ocurre en realidad, y se nota algo de tensión, algo nada bueno entre dos personas, y más cuando éstas se quieren.
Absurdo.
Esa es la palabra. Ahora mismo todo me parece tan absurdo, que esa absurdidad se me atraganta, y me impide respirar, consiguiendo lo que hace mucho que no me ocurría: querer mandarlo todo lejos, muy lejos.
También me hace reflexionar y cuestionarme a mí misma si todo esto es por mi culpa.
Las cavilaciones me llevan a darme cuenta de que no. ¿He hecho yo algo? Me he podido equivocar en muchas ocasiones (he podido, y lo he hecho, muy a mi pesar), pero no en ésta. No, esta vez no.
¿Por qué razón entonces me como tanto la cabeza? No lo sé.
Tengo muchos defectos, soy consciente de ello. Uno es precisamente el comerme la cabeza por cualquier minuciosidad, aunque los demás ni se percaten de ella, y eso a veces me pasa factura.
No debería dejar que esto me ocurra, y menos esta vez, pero uno no puede cambiar en ese aspecto, desde mi punto de vista.
No voy a perseguir a nadie porque no tengo nada que decir. Cada uno sabe lo que tiene que hacer.

Quería cambios, y los he tenido, pero me parece que no ha valido la pena.
Nada.

lunes, 11 de enero de 2010

Re-decorar

Lo he conseguido, aún no sé cómo pero ya está.
He hecho limpieza y lo he colocado todo como debería haberlo hecho en su momento.
Y aún mejor, ya sé para que sirve cada cosa, incluso aquellas cosas que uno tiene sin saber porqué, ni el dónde o cuándo de su aparición. Esas también están en su sitio.
Cada cosa tiene su espacio, y para ayudar a algunas les he puesto hasta un letrerito, para no confundirme nunca de ahora en adelante acerca de su uso o función.
Desde que he hecho esto estoy como más relajada, tranquila, y contenta. No digo feliz puesto que es una palabra demasiado grande.
Sólo hay un pequeño objeto fuera de su lugar, que por más sitio que busco no consigo encontrar el espacio adecuado para establecerlo.
Pero esto ya es otra historia que contaré algún día, ya que de momento no tiene ni pies ni cabeza ni hay por dónde cogerla, y ni siquiera sé a ciencia cierta si el objeto en cuestión es real o es producto de mi imaginación.
Yo no lo sé, tú no lo sabes, él tampoco.
Ni vosotros, ni ellos, ni ellas.
Y creedme cuando digo que es mejor así. Sí, mucho mejor.
Creo.

sábado, 12 de diciembre de 2009