No puedo vivir sin ellos, qué le voy a hacer.
Y supongo que el resto de seres humanos tampoco. Quien diga que si se está haciendo el fuerte.
Están ahí siempre, aunque en ocasiones me sienta ignorada. No lo hacen. Somos yo y mi paranoia diaria las que pensamos eso. Siempre. ¿Y por qué? Porque me necesitan tanto como yo a ellos. Es una necesidad mutua que ha ido creciendo con el paso de los años.
Me hacen reír, llorar, enfadarme, me alegran el día y la noche. Me ayudan a mejorar como persona, a no desviarme de mi propio camino.
Con ellos he vivido, vivo y viviré momentos y experiencias que nunca me ocurrirán con nadie más. Me apoyan en todo lo que pueden, claro que también me hacen pensar y rectificar si algo no les gusta, ya que la sinceridad es uno de los ingredientes fuertes de este combinado.
Algunos de nosotros sufrimos golpes bastante duros. Sí, estamos jodidos interna y sentimentalmente. Pero y qué. Aquí seguimos. Juntos forever and ever (si, así como te lo cuento).
Sí, amigos. Los míos. Os quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario